lunes, 26 de marzo de 2007

La inflacción de la felicidad

Hace mucho tiempo que no dejo aquí pedacitos de mí. No es porque no los tenga. Al contrario; estoy tan lleno de cosas que expresar que no soy capaz de decantarme por ninguna. Cualquier momento me parece insuficiente para sentarme y escribir lo que yo quiero... creo que todas y cada una de ellas se merecen más dedicación de la que ahora puedo entregar para ser gestadas y no resultar expuestas a la ligera... A veces es falta de tiempo, a veces falta de inspiración...

El caso es que de un modo u otro van pasando los días y todas esas historias, esos poemas, esos versos, esos cuentos, van acumulándose en mi cabeza y no ven la luz. Ahora mismo, sin ir más lejos, escribo estas palabras en lugar de cualquier otras mucho más creativas y bellas.

Estoy agotado. Y me refiero a que lo estoy de un modo general. Físicamente, anímicamente, emocionalmente, creativamente... voy volando de un sitio a otro, hago incontables actividades, soporto el eco de todas aquellas responsabilidades que dejo de lado cada día. Llevo un lastre en el alma que no se borra ni se olvida por más que avance y no pare quieto. Sigo esperando cargado de una paciencia que en mi vida creí que pudiera existir. Tengo envidia de mí mismo en otras épocas. Dormido, sueño con el pasado y despierto con un futuro feliz. Cada día me levanto con la ilusión de que este mundo me sorprenda, de que me muestre algo nuevo y revelador, de que dé un corte en el looping de siempre e introduzca un tramo nuevo en el recorrido. Es increíble como la inflacción de los años sube el precio de la felicidad.

Hago un sinfín de cosas que me llenan, que consiguen hacerme sentir bien e incluso orgulloso de mí mismo. Es como si hubieran puesto en mis manos el más valioso tesoro de un pirata. Con las piedras preciosas en las manos, sonrío, abro la puerta para enseñarlas y La Soledad me devuelve un gesto de indiferencia. Las joyas se convierten en una carga y pierden todo su valor...

Una caricia, unas manos que me tapen los ojos por detrás, un viaje de fin de semana, una mirada fija de ojos brillantes, una conversación entre susurros en la oscuridad, una sorpresa, unas palabras que me hagan sentir especial o único... esas son las auténticas riquezas...

Seguiré aquí, intentando sacar de mí pequeñas pepitas que mostrar y regalar sea del modo que sea... quizá un día yo también pueda ser millonario.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me he emocionado leyéndolo. Espero que lleguen tiempos en los que no añoremos el pasado o confiemos en un futuro mejor. Tiempos en que nuestra paciencia se agote y empecemos a darnos cuenta de que lo que estábamos esperando ya lo teníamos a nuestro lado.Muchas gracias por mostrar pedacitos tuyos porque así nos haces ricos a todos.

Tatus dijo...

En un comentario más arriba (es lo que tiene irlos leyendo de nuevos a antiguos, te hablaba del libro Por el camino de Swann de Proust... encaja a la perfección con el post.. te pongo un cacho:
.. Y no es que a veces no aspirara a un gran cambio, que su vida careciera de esas horas excepcionales en que sentimos sed de algo distinto de lo existente, cuando las personas, que por falta de energía o imaginación no saben sacar de sí mismas un principio de renovación, piden al minuto que llega, al cartero que está llamando, que les traigan algo nuevo, aunque sea malo, un dolor, una emoción; cuando la sensibilidad, que la dicha hizo callar como arpa ociosa, quiere una mano que la haga resonar, aunque sea brutal, aunque la rompa; cuando la voluntad, que tan difícilmente conquistó el derecho de entregarse libremente a sus deseos, y a sus penas, desea echar las riendas en manos de ocurrencias imperiosas, por crueles que sean....
..
un abrazo,