martes, 30 de enero de 2007

Palabras

Hoy he leído todo tipo de palabras.

Palabras cotidianas hablando de cosas banales, palabras científicas que versan sobre asuntos poco interesantes, entretenidas y dinámicas palabras de teatro que me hacen escapar por un segundo de mi vida, palabras críticas llenas de dureza y maldad, palabras del pasado que siguen produciendo las mismas sensaciones, palabras grandes y de colores que sólo quieren venderme algo, palabras en castellano, en inglés e incluso alguna en francés, palabras sueltas que firman historias ocultas, palabras largas y palabras cortas, palabras sabias y palabras estúpidas, palabras que mienten y palabras que rebosan sinceridad...

Ahora escribo aquí las mías sin saber quien las lee ni como las clasifica.

lunes, 29 de enero de 2007

Encuentro

Era una tarde gris. El cielo estaba cubierto y empezaba a anochecer.

Él salió del portal y comenzó a dar pasos sin rumbo. Como tantas otras veces. Abrió la mochila y guardó dentro sus llaves. Soltó un imperceptible suspiro y continuó andando.

Ella miraba por la ventana de un autobús. Deshacía con la mano el vaho del cristal dejando entrever pedazos de la calle. Cambió de emisora en la radio y por los auriculares le llegaron sonidos conocidos. Cerró los ojos.

Él subía una larga pendiente. Se había levantado viento y el pelo le golpeaba en la cara. Se acurrucó en su abrigo y se frotó las manos. Observó por unos instantes un banco al lado del camino y se subió en él. Cinco segundos más tarde se bajó y volvió a caminar.

Ella se apeó del autobús. Atravesó una plaza iluminada y se paró frente a la puerta de un teatro. Un desconocido cruzó por delante y pudo reconocer al instante su fragancia. Se giró y observó como se alejaba.

Él se apoyó en la barandilla. Levantó la mirada y contempló la inmensidad de la ciudad. Poco después, en la lejanía, una pequeña luz se encendía en una ventana haciendo que una lágrima rodara por su mejilla.

Ella distinguió la figura de su acompañante acercándose. Le recibió con un abrazo e intentó apoyar la cabeza en su pecho. Su cintura se vio rodeada por dos manos. Pero la geometría no acompañaba.

Él se secó el rostro y miró a la blanca luz que brillaba en el cielo.

Ella se apartó y observó fijamente la figura que aparecía tras las nubes.

Entonces se vieron.

jueves, 25 de enero de 2007

Los estímulos del mundo

Últimamente he tenido la oportunidad de pasear solo varias veces. No es que saliera expresamente a dar una vuelta, que a veces también lo hago, sino que por un motivo o por otro me ha tocado recorrer algunos trayectos a pie por la calle. Cosa que, con la vaguería que produce el hecho de tener coche, tenía bastante olvidada.

Es curioso la cantidad de detalles que puedes encontrarte en un pequeño recorrido de apenas unos metros. No hace falta ir especialmente atento. Están ahí, sin que puedas evitarlo. Esas cosas que, sea del modo que sea, te sacuden, se te quedan grabadas o simplemente llaman tu atención. Los estímulos del mundo. No han de ser algo grande, de hecho en su mayoría son cosas pequeñas... un niño que, tras haber aprendido a andar, corre tambaleándose con una sonrisa en la cara mientras su madre le persigue atenta detrás... una frase suelta recogida de una conversación de dos personas que se cruzan... la forma de una nube... una manera de caminar... una pareja besándose en un banco... el olor del césped mojado... una melodía tocada por un violinista en un pasillo del metro... una frase de un cartel...

Cuando has llegado a tu destino eres capaz de recordar varios de estos estímulos y guardarlos como pequeños tesoros encontrados en tu camino. Y yo me pregunto, ¿cogeríamos todos los mismos momentos?

Supongamos el siguiente experimento. Dos personas salen a pasear solas. Solas, pero en el mismo lugar y a la misma hora. Se proponen realizar un recorrido fijado de unos veinte minutos de duración. Van caminando al lado, pero no intercambian ningún tipo de conversación, mirada o contacto físico. Cada una de estas personas realiza su paseo en su soledad, pero están sometidas a los mismos estímulos. Una vez llegan al destino acordado ambas comentan las tres, cuatro o cinco cosas con las que se quedarían de ese paseo. Probablemente han sido bombardeadas por miles de sensaciones o emociones en ese corto intervalo de tiempo, pero aún así son capaces de seleccionar un numero finito de ellas. ¿Cuántos de los momentos elegidos tendrían en común sus listas?

Invito a quien quiera a compartir la soledad de un paseo y comprobarlo.

miércoles, 24 de enero de 2007

Tengo un cajón

Tengo un cajón debajo de mi cama.

En él guardo sorpresas, carcajadas y viajes... guardo palabras y momentos... guardo aromas, historias y colores...

Ese cajón contiene lo más bonito que poseo.

Por eso ahora nunca lo abro.

martes, 23 de enero de 2007

Bifurcación

Ya se había encontrado antes en esa disyuntiva. No era la primera vez, sin embargo sentía que ahora su decisión se tornaba altamente importante. Esencial. Sabía que le iba la vida en ello...

Volvió a observar las dos opciones.

Miró a la derecha. El suelo de fina y cuidada arena, llano, sin apenas una piedra. Los florecidos árboles, a los lados, formando un perfecto pasillo. Arriba, la clara visión del firmamento. Incontables arbustos con apetitosos frutos y pájaros trinando bellas melodías.

Miró a la izquierda. Las arenas pantanosas, el fango cubriendo la superficie, el amenazador lodazal, las grotescas figuras arbóreas colmadas de espinas y sus ramas intrincadas formando una fantasmal bóveda. Ni un sólo destello de luz y el siseo de los reptiles entre la maleza.

La decisión no podía demorarse más. Cerró los ojos y escuchó dentro de sí. Entonces distinguió su voz.

Cinco minutos más tarde tenía la cara cubierta de barro.

lunes, 22 de enero de 2007

Luna Nueva

Existen momentos en esta vida en los que uno siente que tiene que compartir ciertas cosas. Eso ocurre, por ejemplo, después de ver una película que te transmite algo especial, tras escuchar una canción que te emociona, al conseguir sacar una sonrisa a alguien que la necesitaba o cuando ves recompensados todos tus esfuerzos viendo como sale adelante algo en lo que te has dejado tu tiempo, tu ilusión y tu mundo...

Es entonces cuando quieres ir corriendo a la montaña más alta y gritar a los cuatro vientos lo que sientes. Deseas ser capaz de componer la melodía más bonita del universo, tener el talento para plasmar en una fotografía o en un dibujo los retazos de tu alma, sacar las rimas precisas, escribir la escena perfecta y darte a los demás en diez mil formas de arte...

Desafortunadamente no siempre puedes compartir eso que te agita por dentro, bien porque las personas a las que quieres entregárselo no están cerca de ti, bien porque no dispones de la capacidad suficiente para sacarlo sin desvirtuarlo.

Mis notas estarían desafinadas, mis imágenes desenfocadas, mis cuadros desequilibrados y mis palabras...bueno, mis palabras es lo único que me queda ahora... es posible que no sean las composiciones más hermosas que se puedan escribir pero al menos puedo decir que en cada una de las letras que aquí tecleo estoy ofreciendo un pedacito de mí...

Por eso, y hasta que sea capaz de ofreceros algo distinto, me regalo a vosotros en forma de palabras. En ellas van mis reflexiones, mis sentimientos, mis experiencias, mis vivencias, mis esperanzas, mis deseos... Buscad bien entre los renglones, los párrafos, las comas, los puntos, las tildes... entre las mayúsculas y las minúsculas... entre las llanas, las agudas y las esdrújulas... pues sin que os déis cuenta os podéis tropezar con una sonrisa, una lágrima, un beso, un miedo, una caricia, una decepción o un sueño...