martes, 27 de febrero de 2007

Reencuentro

Un día cualquiera sin lugar definido ni marca en el calendario. Las palabras, las emociones, las preguntas y las lágrimas se quedan dentro, inmóviles al no saber su orden de salida. Y yo, después de dedicar mi vida a imaginar ese instante, simplemente muestro una sonrisa y me comporto como si te hubiera visto ayer...

miércoles, 21 de febrero de 2007

20:14

20:14

Levanto la mirada de mi reloj. Sé que no vendrá. El semáforo de peatones emite parpadeos verdes. Echo a correr y cruzo el paso de cebra en un tiempo récord. Comienzo a caminar por una calle peatonal mientras apago y guardo el teléfono móvil en mi mochila. Mi mano derecha sujeta una bolsa de plástico que contiene un paquete sin abrir. Sin frenar el paso, tiro la bolsa y su interior en una papelera que encuentro en mi camino. Giro en una esquina hacia la derecha y tropiezo violentamente con una oronda mujer que acto seguido comienza a insultarme. Cabizbajo sigo andando y llego al lugar donde dejé aparcado mi coche. Saco el mando, abro la puerta y entro. Arranco y, breves instantes después de encender la radio, comienza a sonar nuestra canción. Bajo rápidamente el volumen, apoyo la cabeza en el volante y maldigo las casualidades de la vida. Minutos más tarde llego a casa. Abro la puerta y me quedo un largo rato parado en el recibidor mirando hacia el salón. Ya recogeré todo mañana. Entro en mi habitación y, esquivando las formas y los colores con cuidado de no producir el más mínimo ruido, dejo mis cosas en la mesa y me meto en la cama. Apoyo mi cabeza en la almohada. Lloro.

20:14


Levanto la mirada de mi reloj. Sé que no vendrá. El semáforo de peatones luce en verde y comienzo a cruzar lentamente por el paso de cebra. A mitad de camino una mano me agarra del hombro. Me giro y veo su rostro. Terminamos de andar hasta llegar a la acera y, una vez allí, nos quedamos observándonos fijamente el uno al otro con brillo en las ojos. Nos fundimos en un abrazo cálido sin necesidad de palabras. Al cabo de un rato nuestros cuerpos se separan lentamente y extiendo hacia ella la bolsa de plástico que tengo en mi mano. Mientras desenvuelve el paquete, guardo mi móvil en la mochila sin dejar de mirarla ni un sólo instante. Sonríe una vez que descubre lo que es y con cara de auténtica felicidad me besa primero en las mejillas y luego en los labios. Durante el resto del trayecto se la ve ilusionada y me acaricia la mano de la que va agarrada. Justo antes de doblar una esquina, una señora oronda nos pregunta la hora con amabilidad. Son las 20:22. Nos da las gracias y seguimos andando. Saco el mando del coche, lo abro y entramos. Arranco el motor y enciendo la radio, llegando a tiempo de escuchar los últimos acordes de nuestra canción. Subo el volumen y nos miramos como si fuésemos atacados por una de tantas señales que tiempo atrás nos acosaron. Volvemos a besarnos. Minutos más tarde y frente a la entrada de mi casa le pido que cierre los ojos. Abro la puerta y la conduzco al salón. No soy ningún genio de la cocina así que sólo he podido preparar algo de pasta con tomate y una tarta de chocolate, la cual, al sacarla del molde, se ha partido en dos trozos desiguales. La vela que me regaló por mi anterior cumpleaños está encendida en el centro junto con otras dos más pequeñas repartidas por la mesa. Acabamos de cenar y vamos a mi habitación. Dejo que sea ella quien abra la puerta y se encuentre el cuarto lleno de globos de todos los colores. Comenzamos a jugar con ellos y algunos se explotan y hacen ruido. En medio del juego, caemos abrazados en la cama. Hacemos el amor. Apoyo mi cabeza en la suya. Lloro.

20:13

Miro mi reloj.

jueves, 15 de febrero de 2007

Un San Valentín distinto

Celebración considerada por muchos una apología del consumismo, por los solitarios un motivo más de depresión y no por pocos una auténtica horterada. Ayer fue el día de San Valentín.

Gran presentación, ¿verdad?. Pues bien, ahora es cuando os digo que a mí ese día me encanta. De hecho, los años anteriores siempre lo he celebrado de un modo o de otro...

Ayer por la mañana, crucé el Retiro para ir a comprar bombones a una tienda cercana a la Puerta de Alcalá. El cielo estaba gris y había algunas lluvias intermitentes, pero fue uno de los paseos más bonitos que he dado en mi vida. Siempre descubro pequeños rincones desconocidos en cada una de estas incursiones que últimamente hago, así me encontré con el serpenteante camino de baldosas, con la montaña de la risa o la explanada de los pájaros. Bautizados así por mí de ahora en adelante.

También estaban ahí ese banco desde el cual observaba acompañado a los patos dos años atrás, la cuevecita cerca del Palacio de Cristal, la marca en el árbol y si mi imaginación me lo permite, la silueta de dos cuerpos abrazados en el cesped.

Pensé en llevarme mi nueva cámara pero el miedo a que al mojarse se estropeara hizo que en el último momento la dejara en casa. Una auténtica lástima porque había imágenes dignas de todo un reportaje.

Por la tarde, en un determinado momento, volviendo del edificio C a eso de las 19:15 horas, contemplé uno de esos atardeceres degradados en mil colores desde el parking de profesores. Por si no lo sabéis desde Teleco se pueden observar unos atardeceres increíbles. Recomiendo especialmente subir al Acelerador y mirar hacia las montañas o asomarse por las ventanas del hall de la bibiloteca...

Durante toda la tarde me sentí agusto y arropado por gente. Lo pasé bien. Reí e hice reír. Comí chocolate, di abrazos y besos. Hablé de proyectos futuros, de anécdotas pasadas... Siempre hay personas cerca que para ti son especiales. Descubrí un lugar nuevo jugando a juegos antiguos, como el de "¿qué prefieres?" y tras llegar a casa y acostarme pude conciliar el sueño sin problemas.

Eché de menos las sorpresas, las muestras de amor puras y sinceras. Necesité el contacto de un cuerpo, unas palabras tranquilizadoras, la sensación de sentir que alguien me necesita. Unos ojos brillantes mirando a los míos sin parpadear, una lágrima de felicidad, una mano acariciándome. Una canción compartida, una mirada al cielo en la misma dirección, un aroma en el que dormirme...

Nada de eso me impidió celebrar internamente y de un modo distinto el día de ayer, pues para estar enamorado no hace falta tener, por fortuna o por desgracia, ninguna de las cosas anteriores...

Os dejo un vídeo de regalo...


"If I lay here... if I just lay here... would you lie with me and just forget the world?"

martes, 13 de febrero de 2007

As de picas

Soy una persona pesimista. Sin embargo, muchas veces no doy esa impresión porque intento transmitir optimismo a los demás. Eso es desconcertante. Soy capaz de convencer a aquellos que me rodean de que algo va a salir bien, de que todo va a ir sobre ruedas... Puedo embarcarme en proyectos enormes que podrían hacerme perder la confianza o la calma y sacarlos adelante gracias a poder mantener una actitud positiva de cara a aquellos que forman parte de los mismos.

Y luego, en lo que se refiere a mí, soy incapaz de convencerme. Me intento engañar pero siempre me pillo, así que no sirve de mucho y todo el plan estratégicamente trazado se va al traste. Mi propio cerebro me tiene ya calado y nota cuando intento hacerle el lío.

Así que me muevo entre vasos medio vacíos en lugar de entre medio llenos. Ese es el problema. La actitud.

Puede que las circunstancias que me rodeen en ciertos momentos sean difíciles, complicadas o incomprensibles. Puede que sufra o que necesite cosas que ahora soy incapaz de tener. Todo eso es cierto y es inamovible.

Sin embargo, hay una cosa que es igualmente cierta. Mi certeza y mi convencimiento. En todo momento estoy siendo consecuente conmigo mismo y eso me hace sentir bien. Estoy orgulloso de ello. Soy libre para elegir estar en esta situación o para tirar la toalla y romper con todo. Y aquí estoy. Nadie dijo que sería fácil. Es el camino del barro.

Ahora sé que todo es una cuestión de actitud, de la manera de enfocarlo. Sólo sintiéndose bien con lo que uno hace, al estar convencido de ello se puede mirar hacia delante y levantarse con una meta. Da igual el resultado. Da igual lo que ocurra después.

Maverick llega a la final del campeonato de póker y tiene una mano perdedora, sin embargo, en el último momento, un as de picas salido de la nada sobrevuela la mesa y le da la partida.

Quizá este optimismo recién encontrado pueda convertirse en un as en mi manga...

viernes, 9 de febrero de 2007

Origen

Hace tiempo, en una película escuché una canción que narraba una historia preciosa mientras se sucedían imágenes.

Para mí es una canción muy especial y hoy me apetece compartirla con vosotros.

La película es Hedwig and the Angry Inch y la canción The Origin of Love.


When the earth was still flat,
And the clouds made of fire,
And mountains stretched up to the sky,
Sometimes higher,
Folks roamed the earth
Like big rolling kegs.
They had two sets of arms.
They had two sets of legs.
They had two faces peering
Out of one giant head
So they could watch all around them
As they talked; while they read.
And they never knew nothing of love.
It was before the origin of love.

The origin of love

And there were three sexes then,
One that looked like two men
Glued up back to back,
Called the children of the sun.
And similar in shape and girth
Were the children of the earth.
They looked like two girls
Rolled up in one.
And the children of the moon
Were like a fork shoved on a spoon.
They were part sun, part earth
Part daughter, part son.

The origin of love

Now the gods grew quite scared
Of our strength and defiance
And Thor said,
"I'm gonna kill them all
With my hammer,
Like I killed the giants."
And Zeus said, "No,
You better let me
Use my lightening, like scissors,
Like I cut the legs off the whales
And dinosaurs into lizards."
Then he grabbed up some bolts
And he let out a laugh,
Said, "I'll split them right down the middle.
Gonna cut them right up in half."
And then storm clouds gathered above
Into great balls of fire

And then fire shot down
From the sky in bolts
Like shining blades
Of a knife.
And it ripped
Right through the flesh
Of the children of the sun
And the moon
And the earth.
And some Indian god
Sewed the wound up into a hole,
Pulled it round to our belly
To remind us of the price we pay.
And Osiris and the gods of the Nile
Gathered up a big storm
To blow a hurricane,
To scatter us away,
In a flood of wind and rain,
And a sea of tidal waves,
To wash us all away,
And if we don't behave
They'll cut us down again
And we'll be hopping round on one foot
And looking through one eye.

Last time I saw you
We had just split in two.
You were looking at me.
I was looking at you.
You had a way so familiar,
But I could not recognize,
Cause you had blood on your face;
I had blood in my eyes.
But I could swear by your expression
That the pain down in your soul
Was the same as the one down in mine.
That's the pain,
Cuts a straight line
Down through the heart;
We called it love.
So we wrapped our arms around each other,
Trying to shove ourselves back together.
We were making love,
Making love.
It was a cold dark evening,
Such a long time ago,
When by the mighty hand of Jove,
It was the sad story
How we became
Lonely two-legged creatures,
It's the story of
The origin of love.
That's the origin of love.

La inquietante historia de Chico sin Sitio

Era una mañana más como otra cualquiera. Un chico corriente (que más adelante pasará a ser Chico sin Sitio) se despierta en su cama a las 9:00 am. La noche anterior no bajó la persiana y algunos tenues rayos de luz se cuelan en la habitación.

Tras superar esa fase de duda en la que su cerebro debate sobre si levantarse o no, se decanta por la propuesta afirmativa y, como suele hacer otras veces, hace gala de sus problemas mentales realizando una cuenta atrás interna de 100 a 0. Una vez alcanza este número, se pone en pie, se mete en la ducha, se viste, recoge los útiles necesarios y baja al garaje a por su coche.

Una pequeña parada para repostar le sirve para confirmar algo que ya sabía y venía observando durante un tiempo. Es mejor echarte tú mismo el combustible porque puedes escurrir la manguera al acabar dentro del depósito mientras que si lo hace el dependiente gasolinero, recogerá la manguera y con un rápido giro de muñeca pondrá la abertura hacia arriba sin darte ni una gota más...

Después de esta observación absurda, el chico que posteriormente será conocido como Chico sin Sitio arranca su vehículo y coge, primero la calle, después la carretera de circunvalación, más tarde la autopista, luego la carretera comarcal para llegar, por fin, a su lugar de destino, sitio en el cual se encuentra realizando su proyecto fin de carrera. Su viaje ha sido amenizado por las ondas de un divertido programa mañanero en el que un locutor de radio gasta una broma a un oyente. "Yo soy más gracioso que este cabrón", piensa el chico que más adelante pasará a ser Chico sin Sitio, pero justo en ese momento ha de bajar la ventana de su automóvil para entregar la trajeta de identificación al guardia de seguridad.

Con un estilo, una clase y, por supuesto, un carisma superiores a los de Fernando Alonso aparca de una sóla maniobra. Sale del coche y se encamina hacia el lugar donde, en breves instantes, se llevará a cabo su tránsito de personalidad. El lugar que le hará poseedor de un nuevo apodo. Una tardía pila bautismal... El lugar en el que el chico se convertirá en... CHICO SIN SITIO.

El pasillo es largo, comienza a caminar... 1...2...3...4 pasos. Le llega un extraña sensación de empatía con Selma, la protagonista de Bailar en la Oscuridad y sus 107 steps... ¿una premonición de su cruel destino? Agitación al fondo del pasillo, concurrencia de gente... ¿por qué ese lío?, ¿por qué esa masa humana?, ¿por qué esa aglutinación de personas en una zona en el que no suele haber semejante tráfico?. Y sobre todo... ¿por qué esa zona ha de coincidir con el lugar que hasta ahora era el sitio del chico que en escasos segundos se convertiría en Chico sin Sitio?

Sus peores pesadillas se hacen realidad cuando abre la puerta. Primer plano a su lugar de trabajo con zoom acercándose en empujones discretos y discontinuos mientras suena la música de psicosis hasta dejar perfectamente enmarcada una cara desconocida. ¿Qué está pasando aquí?. De repente su oído recibe las siguientes palabras "¡Qué te han quitado el sitio!". La cámara se levanta, y enfoca al que ya es Chico sin Sitio desde arriba. Éste mira el cielo con la cabeza en pose de "está lloviendo y yo elevo los brazos para tocar la lluvia y me molo". La cámara gira alrededor suyo y Chico sin Sitio profiere el mítico y tópico pero siempre efectivo "¡Nooooooooooooooooooo!".

Al parecer Chico sin Sitio tendrá una nueva ubicación pronto, pero eso no ocurrirá durante esta misma mañana. Chico sin Sitio no puede usar su máquina de trabajo pues la persona desconocida está en esa misma mesa aporreando las teclas de un portátil. Chico sin Sitio no puede extraer su documentación pues no dispone de un medio de almacenamiento de datos lo suficientemente grande. Chico sin Sitio repara en que la solicitud de una beca terminó el día anterior y se le pasó entregar la ficha. Chico sin Sitio repetiría la escena del grito hacia el cielo, pero prefiere agachar la cabeza, aceptar esta jugarreta del azar y volver a recorrer el pasillo, esta vez en sentido inverso.

Chico sin Sitio monta en el coche, entrega la tarjeta al segurata de la salida y recorre primero la carretera comarcal, luego la autopista, después la carretera de circunvalación y al final la calle. El trayecto es amenizado por un programa de radio en el que suenan diversas canciones y Chico sin Sitio piensa "Tengo colegas que cantan infinitamente mejor".

El coche queda aparcado en el garaje y Chico sin Sitio observa que la aguja de la gasolina ha hecho un injusto descenso hacia el lado de color rojo.

Ascensor, llaves, puerta... Chico sin Sitio estuvo aquí mismo hace una hora. Se encamina a la cocina y decide darse un pequeño homenaje particular. Dos tostadas con aceite, tomate y jamón. Un zumo de naranja y un tazón de café con leche. Al menos le queda el consuelo de que estos ingredientes siempre tendrán sitio en su estómago.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Inmortalidad

Dedicado a los inmortales... a los interminables...


You still have... all of me

martes, 6 de febrero de 2007

Cambio de rumbo

Este es uno de esos momentos en los que sientes que tienes que escribir algo pero no sabes bien el qué.

Llevo unos cuantos días en los que no me encuentro. Me noto pesado, lento, vago... como con un lastre encima que no me deja continuar. Desaprovecho mi tiempo o lo invierto en cosas de escasa utilidad. Después me siento culpable, veo todo lo que tengo que hacer y me agobio. Pero por más que lo intento no consigo cambiarlo. Voy a remolque de mí mismo sin tener un mecanismo que me desplace. La Nada avanza y Atreyu sigue sin moverse.

Las noches siguen igual. El mismo insomnio que me ataca una y otra vez. Da igual lo cansado que pueda llegar a casa o que me acueste tarde. Mi maldita cabeza no me da un respiro y el cerebro se pasa de revoluciones hasta que por fin se aburre. Aburrimiento que casi siempre llega con la salida del sol. Si no tuviera ocupaciones diarias podría transmutar mi vida y pasar a ser el vampiro nocturno en el que mi ritmo biológico se empeña en convertirme, pero desgraciadamente, y muy a mi pesar, tengo cosas que hacer por las mañanas... aunque luego sea incapaz de llevarlas a cabo...

Uno ya no sabe si padece de vaguería, pereza, apatía, agotamiento o un tipo de pesadez indescriptible del alma. Me siento mal con mi persona. Me considero un inútil, un fracasado, alguien incompetente que con su actitud siente que se defrauda a sí mismo y a los demás. Y me digo "Se acabó. Mañana te vas a levantar y vas a ser el ser humano más productivo del mundo". Pero no ocurre así y los días van pasando. No es que me importe que los días pasen. De hecho, me alegro por ello y los tacho del calendario igual que los presos ponen muescas en sus celdas reduciendo la duración de su condena. Es sólo la sensación de haber desperdiciado otro pedacito de mi vida. Con todo esto corroboro lo que ya sabía. Soy emocionalmente estúpido.

Esta serie de circunstancias me hacen pensar y me llevan inevitablemente a darme cuenta de hasta que punto puede influirnos nuestro estado de ánimo a la hora de llevar a cabo cualquier cosa. De lo importante que es ser feliz con lo que se hace o simplemente ser feliz para hacer algo. Probablemente baso mi felicidad en pilares equivocados, de ahí todo este desorden y esta inmovilidad.

Hoy realizo un cambio de rumbo y al más puro estilo Amelie decido basar mi felicidad en proporcionársela a los demás. Se acabó el hablar de mí o de mis problemas. No soy, ni mucho menos, tan importante. Estoy convencido de que el ser capaz de darse de un modo generoso y altruista al mundo es altamente gratificante. No espero encontrar una recompensa personal más allá de esa acción. No espero la reciprocidad. No espero que todo lo que yo necesito me sea dado de pronto por el simple hecho de intentar ser mejor persona. Sólo espero que mis días y mis actos encuentren un sentido. Sólo espero que al alegrar un alma la mía se contagie, o que al sacar una sonrisa, mi mueca se mire en ese espejo.

A principios de año me prometí que la próxima lágrima que derramara sería de felicidad. Aún estoy a tiempo y quizá éste sea el camino para conseguirlo. Aquí me tenéis para cualquier cosa que necesitéis.

domingo, 4 de febrero de 2007

Pesadilla invertida

El sueño terminó y al abrir los ojos descubrí, asustado, que volvía a una realidad en la que no estás.

sábado, 3 de febrero de 2007

Los inevitables signos de interrogación

Una y otra vez sigues paseándote y no hay tiempo de recreos. Siempre me asaltan preguntas y siempre llamo a mis héroes para que me salven y me liberen por unos segundos precisamente de aquello que más me reconforta. De nuevo, incoherencia. Y me doy cuenta de que mis salvadores son inútiles, frágiles y débiles cuando sólo un recuerdo o una imagen evocada los derriba de un plumazo.

Te veo en mil sitios y te escucho en otros tantos. Y aunque tu aroma, tu sabor y tu tacto aún no se han pasado a visitarme, yo te guardo los míos y cada día los riego para que no se sequen. Sobre todo por las noches. Hago numerosos intentos de automoción para acabar descubriendo que siempre me mueve la misma inercia, que voy en un movimiento constante y concéntrico a la rotación del mundo de modo que, en todo momento, veo pasar las mismas cosas.

Y cuando más necesitas algo, más consciente te vuelves de lo prescindible que tú eres. Creas, imaginas, engendras con la única esperanza de rellenar los huecos marcados por el signo de interrogación, a pesar de que esas invenciones sean dolorosas y no puedas cuantificar la distancia a la que están de la realidad. Respondo a mis propias preguntas cuando encuentro silencio igual que un cocinero se desea buen provecho a sí mismo tras preparar comida para uno. Y a pesar de todo no dejo de soñar, no dejo de tener ganas de volar agarrado de una mano, de susurrar palabras a un oído, de viajar al fin del mundo, de desear que la vida me dé una sorpresa, de que ocurra un vuelco de los acontecimientos como siempre pasa hacia el final de los segundos actos…

Me esfuerzo por recomponer algo roto en mil cachos. Primero fue la aguja de costura, luego la barra de Pritt y después el Super Glue, la cola blanca y el metacrilato químico. Cambio el material a medida que aumenta la dificultad de adherirlos. A pesar de todo, y de un modo misterioso, la manualidad sigue funcionando con la misma fuerza. Y me llaman de muchas formas. Imbécil. Valiente. Iluso. Bueno. Cabezón. Loco. Y soy ninguno y soy todos ellos al extender una mano desnuda y dejarla tendida hasta que sea agarrada con fuerza o reciba un golpe que la baje.

Porque existen ciertos interrogantes a los que yo no puedo ni quiero contestar…

jueves, 1 de febrero de 2007

El bufón

Esta noche, como tantas otras, me coloco la careta de bufón. Estiro la goma, rodeo mi cara con ella y entierro lo demás bien debajo con la esperanza de que nadie lo vea.

Quizá haya muecas, quizá sonrisas... quizá carcajadas o quizá felicidad. Siempre me ha gustado y se me ha dado bien hacer el payaso.

Si es verdad que las lágrimas y la risa son constantes inmutables y que por cada persona que ríe o llora otra deja de hacerlo en algún lugar del mundo, supongo que unas 80 personas dejarán de reír durante algo más de una hora y pasado ese tiempo a una se le secarán las lágrimas.