jueves, 15 de febrero de 2007

Un San Valentín distinto

Celebración considerada por muchos una apología del consumismo, por los solitarios un motivo más de depresión y no por pocos una auténtica horterada. Ayer fue el día de San Valentín.

Gran presentación, ¿verdad?. Pues bien, ahora es cuando os digo que a mí ese día me encanta. De hecho, los años anteriores siempre lo he celebrado de un modo o de otro...

Ayer por la mañana, crucé el Retiro para ir a comprar bombones a una tienda cercana a la Puerta de Alcalá. El cielo estaba gris y había algunas lluvias intermitentes, pero fue uno de los paseos más bonitos que he dado en mi vida. Siempre descubro pequeños rincones desconocidos en cada una de estas incursiones que últimamente hago, así me encontré con el serpenteante camino de baldosas, con la montaña de la risa o la explanada de los pájaros. Bautizados así por mí de ahora en adelante.

También estaban ahí ese banco desde el cual observaba acompañado a los patos dos años atrás, la cuevecita cerca del Palacio de Cristal, la marca en el árbol y si mi imaginación me lo permite, la silueta de dos cuerpos abrazados en el cesped.

Pensé en llevarme mi nueva cámara pero el miedo a que al mojarse se estropeara hizo que en el último momento la dejara en casa. Una auténtica lástima porque había imágenes dignas de todo un reportaje.

Por la tarde, en un determinado momento, volviendo del edificio C a eso de las 19:15 horas, contemplé uno de esos atardeceres degradados en mil colores desde el parking de profesores. Por si no lo sabéis desde Teleco se pueden observar unos atardeceres increíbles. Recomiendo especialmente subir al Acelerador y mirar hacia las montañas o asomarse por las ventanas del hall de la bibiloteca...

Durante toda la tarde me sentí agusto y arropado por gente. Lo pasé bien. Reí e hice reír. Comí chocolate, di abrazos y besos. Hablé de proyectos futuros, de anécdotas pasadas... Siempre hay personas cerca que para ti son especiales. Descubrí un lugar nuevo jugando a juegos antiguos, como el de "¿qué prefieres?" y tras llegar a casa y acostarme pude conciliar el sueño sin problemas.

Eché de menos las sorpresas, las muestras de amor puras y sinceras. Necesité el contacto de un cuerpo, unas palabras tranquilizadoras, la sensación de sentir que alguien me necesita. Unos ojos brillantes mirando a los míos sin parpadear, una lágrima de felicidad, una mano acariciándome. Una canción compartida, una mirada al cielo en la misma dirección, un aroma en el que dormirme...

Nada de eso me impidió celebrar internamente y de un modo distinto el día de ayer, pues para estar enamorado no hace falta tener, por fortuna o por desgracia, ninguna de las cosas anteriores...

Os dejo un vídeo de regalo...


"If I lay here... if I just lay here... would you lie with me and just forget the world?"

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