domingo, 13 de mayo de 2007

Fin

La gota resbala hasta acariciar su labio, provocándole una sonrisa.
Tumbado en la cama, contemplando el firmamento estrellado, una lágrima recorre su mejilla.
Llega a casa y se dirige directamente a su habitación.
Con la respiración entrecortada por la carrera, desanda todo lo caminado.
Mira hacia abajo en las escaleras pero sólo escucha el sonido de unos pasos atropellados que desaparecen al poco tiempo.
Cuando ella abre la puerta no hay nadie en el descansillo.
Su dedo pulsa el timbre.
Deja el paquete en el suelo, apoyado en el felpudo.
Sube dos plantas de escaleras y se queda parado enfrente de la puerta.
El portal se encuentra abierto y con unos pasos pequeños entra en él.
Vuelve a cerrar el envoltorio.
El bolígrafo tacha su propio nombre sustituyéndolo por el recién encontrado.
"Sí, así se llamaba"
Su mente se adentra en conversaciones pasadas en busca de un pequeño detalle.
Cierra los ojos e intenta recordar.
Rebusca en su chaqueta hasta encontrar un bolígrafo negro.
Extrae la nota de su interior y la apoya en al capó de un coche cercano.
Consigue abrirlo sin llegar a romperlo.
Con sumo cuidado desenvuelve el papel de colores.
Unos minutos más tarde, por fin consigue reaccionar.
El ruido del motor desaparece al fondo de la calle.
Continúa la estaticidad.
Una vez sus figuras se separan, ella entra en el portal y él vuelve a subirse al vehículo.
Sus ojos, incapaces de pestañear, contemplan íntegramente la escena.
Firme como una estatua su cuerpo no responde y continúa inmóvil en la acera.
Se quedan fundidos durante un instante.
Se abrazan.
Se besan.
Debe ser él.
Es ella.
Unos metros más alante, una pareja desciende de un coche que acaba de aparcar.
Empiezan a sudarle las manos.
Su portal se encuentra en la siguiente manzana.
Tras caminar un rato, comienza a sentir el nerviosismo que produce la ilusión del momento.
Sale de casa a pie y se dirige a la calle principal.
Elige un envoltorio de colores adecuado para la ocasión.
Es su propio nombre el que, a modo de firma, cierra el papel tras escribir las palabras "Te quiero".
Abre un cajón y saca un pequeño trozo de papel blanco que hará las veces de nota.
Imagina su cara de sorpresa al abrirlo y le compensa todo el tiempo y el esfuerzo invertido.
Sus manos terminan de dar forma a aquello en lo que comenzó a trabajar algunos meses atrás.
Un año después, sigue tan enamorado de ella como el primer día.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

lindo.
bonito.
bello.

Anónimo dijo...

sigue habiendo solo UNO en ese cuarto desastroso,en su pueblo,alla dentro...muy dentro..hasta cuando?hasta siempre